El Hombre Aries




Esperemos, lectora, que sepas lo que pretendes. Si es emoción, el hombre Aries te la ofrecerá a raudales. Pero si lo que buscas es la seguridad y la satisfacción de un amor tranquilo, entonces te has equivocado de chico. Aries puede abrumarte en un minuto con su ardor apasionado, y al minuto siguiente mostrarse tan frío como un oso polar. Si le ofendes o pierdes su interés, esa naturaleza marciana, cálida e impulsiva, se helará al instante, y volver a encenderla puede significar tener que empezar todo desde el principio.

Los hombres Aries rebosan ideas y energía creativa. Mantenerse a su altura puede ser agotador, pero vale más que lo hagas, mentalmente por lo menos. Es típico de Aries dejar atrás a las tortugas, sin volver la vista. Probablemente su aspecto y su manera de actuar sean más juveniles que la primavera, lo cual puede ser encantador; pero es posible que esa aura de juventud persista en sus actitudes mentales y emocionales hasta que madure, cosa que no le sucede muy pronto en la vida.

Aries es impaciente, audaz y confiado, va siempre por delante de los demás, y más de una vez por delante de sí mismo. Puede ser el espíritu de la generosidad y prodigar alegremente a los extraños su tiempo, su dinero, su simpatía y sus posesiones. Pero también puede ser, cuando la satisfacción de sus deseos se retrasa o cuando se ve obligado a frecuentar gente que no le responde, intolerante, desconsiderado, egoísta y exigente.

Cuando se trata de amor, su actitud desaprensiva es pasmosa. Se zambullirá en una aventura, con la total seguridad de que es el único amor verdadero desde que el mundo es mundo, tal vez con la excepción de Romeo y Julieta. Si la relación se rompe, él juntará los pedazos y recurrirá a cualquier procedimiento para salvar el difunto romance. Si es irreparable, empezará todo de nuevo, con una nueva Julieta, lo mismo que la primerísima vez. Por más errores sentimentales que haya cometido, el Carnero está seguro de que su verdadero amor, su alma gemela, está esperándole en el próximo sueño. Y a menos que tú seas una mujer de Escorpio, el Aries es tan apasionado como pudiera soñarlo cualquier mujer. No es mucho lo que deja por desear. Es tan idealista y susceptible al sentimiento que sabrá sacar el jugo a todos los cosquilleos, suspiros, éxtasis y poesía que sea posible exprimir de una relación. Aries es incapaz de quedarse a mitad de camino. Se entrega todo entero al interés ardiente del momento.

Es posible que tengas que vértelas con uno de los más tranquilos y te parezca una oveja. Pero no te dejes engañar, el que lo rige es Marte. Pero te doy mi palabra de que, si pudieras ver por dentro esa cabeza dura, descubrirías que los sesos le giran a doscientas revoluciones por segundo. Siempre que te encuentres con uno de esta clase, que a primera vista no parezca tener el típico impulso marciano, analízalo. Después de un tiempo empezarás a ver clara la imagen. Ese aspecto sereno es la máscara de un corazón ardiente y de una inflexible capacidad comercial.

Naturalmente, es más fácil enamorarse de uno de los Aries simples y directos, que no se privan de demostrar el entusiasmo que les despierta todo, desde las patatas fritas al automovilismo, sin olvidar los paseos a la luz de la luna. No hay otro signo solar capaz de ser tan fiel como Aries cuando está de veras enamorado. Por lo común, su honradez le impide cualquier engaño, y su idealismo le mantiene a salvo del deseo de engañar. La promiscuidad no es un hábito de Aries, ni siquiera los flirteos a la ligera, cuando se ha enamorado profundamente y de corazón. Lo que él busca es un romance de novela, y los romances de novela no admiten una actitud frívola respecto al amor y al sexo. Claro que hay que estar alerta por lo que pueda suceder porque, a pesar de su sinceridad en su actual devoción y en sus promesas de total lealtad (que, a no dudarlo, son veraces), su necesidad de romance es tan intensa que es capaz de irse a buscar en otra parte si su pareja no mantiene constantemente vivas sus ilusiones. En el minuto en que permitas que vuestro amor pierda el tinte novelesco, es posible que él se salga del camino recto.

Para él un amor novelesco excluye irse a acostar por la noche con una mujer que se ha untado el pecho con ungüento para la tos. También excluye ser testigo de detalles de tu intimidad personal, tales como pintarte las uñas, teñirte el pelo o discutir durante horas por teléfono con tu madre. Para su mentalidad, esa no es la forma en que se conducen las princesas en las novelas. Y Julieta jamás se habría sentado con los pies sobre una mesita, a mascar chicle y ver la televisión. Perfúmate cuando él esté en casa, y charla con tus amigas cuando no esté. Se le hace difícil pensar que es el Príncipe Encantador si cuando te besa para despertarte tu le respondes con un ronquido o le dices: <<Haz el favor de dejarme dormir, ¿quieres?>>. Y realmente, dime si es así como debió reaccionar la Bella Durmiente al despertar. De manera que cuídate de saludarle todas las mañanas sin aliento y con los ojos húmedos, recién salida de tus sueños, maravillada de encontrar su hermoso rostro. Y no dejes de hacérselo saber. 
Cuando su pareja descuida los aspectos románticos, el varón Aries se queda en principio con el corazón destrozado. Después se enoja y va en busca de una princesa que no ronque ni haga ese tipo de cosas. Por lo que a él se refiere, no es ninguna falta de honradez. El no rompió ninguna promesa; la rompiste tú. Tú, que le hiciste pensar que eras un delicioso ruiseñor que canta a la luz de la luna, como dice su canción favorita. Y ahora ha descubierto que en realidad eres un pajarraco fastidioso, y el impacto te arranca de su mundo celestial de coros angélicos y campanas que repican cada vez que él te toca la mano. ¿Cómo pueden repicar las campanas si tú tienes siempre las manos llenas de ceniceros para lavar, y cómo puede él oír los coros si tú le reprochas que dos noches seguidas ha llegado a casa después de medianoche? (Lo cual es cierto, claro, pero ¿quién eres tú para creer que puedes vigilar sus movimientos? El matrimonio no es una prisión, ni tú eres su guardiana: esa es la actitud de Aries.)

Es muy improbable que el Carnero se complique físicamente con más de una mujer a la vez (a menos que en su carta natal tenga como ascendente Géminis, o alguna influencia de Venus). Sencillamente, eso no concuerda con su imagen de un amor verdadero y perdurable. La decisión de romper con el antiguo vínculo la tomará siempre antes de que el nuevo se haya tornado muy profundo. Y no te faltarán advertencias: es muy raro que un Aries pueda fingir una pasión que no siente. Con eso sólo, ya no es posible que el calibre del engaño sea muy grande. Además, ahora tú ya sabes qué hacer para mantenerle dentro de las paginas de la novela.

No hay princesa que, por sí sola, pueda satisfacer su imagen ideal. Es toda una hazaña convencerle de que una es superior a todas las demás mujeres, pero quien lo logre hará de él un hombre impecablemente fiel. Y vale la pena intentarlo, porque así como Aries se zambulle de cabeza en un romance, también huye de él con la misma decisión.

Es tan idealista como egoísta, lo que quiere decir que no soporta admitir que se ha equivocado, o que el amor que él eligió pueda morir. Así y todo, no hay que olvidar que para él pueden ser insoportables situaciones que otros considerarían normales. Después de una separación, si lo encuentras en un estado de ánimo adecuado, es posible reavivar el fuego del romance, pero para eso hay que actuar como si jamás hubiera existido intimidad alguna. Para ganarle habrá que jugar fuerte, porque le entusiasman los desafíos.

En realidad, el adulterio resulta desagradable a la honradez de su naturaleza. Y si se te ocurre la idea de jugar con él al juego del flirteo... descártala. Con Aries, probablemente tu primera indiscreción será la última. Un susurro o una mirada insinuante a otro hombre puede bastar para que le pierdas, y no hablemos de una infidelidad real. Él insiste en ser el primero en todo, y puedes apostar tu recuerdo más querido a que eso incluye ser el primero en tu corazón. Aries es posesivo y extremadamente celoso. Solamente el varón de Leo es capaz de enfurecerse más que él ante la sola idea de una traición de su amada. Y lo que empeora las cosas, es que el Carnero jamás te concederá la fe ciega que espera de ti en asuntos de amor. Simplemente, tienes que entender que sus animadas conversaciones con otras mujeres son inocentes, porque él exige para el contacto social toda la libertad que le niega a su pareja, y más aún. Tu amante marciano te colocará en un pedestal y esperará que permanezcas allí. No muevas ni un dedo, ni siquiera des la impresión de que tienes ganas de moverlo.

El hombre Aries es rebelde por naturaleza. Le encanta desafiar a la autoridad, y piensa que él nació más vivo que todos los demás. Es posible que eso sea así, pero a la mayoría de la gente no le gusta que se lo digan. A consecuencia de su forma temeraria de imponer su superioridad, es posible que más de una vez se pele la frente. Como él necesita conducir y se niega a ir detrás, los que tienen más poder que él le darán más de una vez una lección de humildad. En esas ocasiones, tú sales ganando, porque a ti recurrirá en busca de consuelo y seguridad para su yo magullado. Entonces te darás cuenta de que su fachada confiada y agresiva oculta un complejo de inferioridad, pero él preferirá morir antes que admitirlo.

La mujer que trate con suave y absoluta devoción su confianza es la que cuenta con más posibilidades de conservar su afecto. Jamás cometas el error de estar de acuerdo con su momentáneo enemigo, ni de intentar ser justa y ver la otra cara de la situación conflictiva. Tú debes amar lo que él ama y odiar lo que él odia. En el amor y en la amistad, Aries exige la misma lealtad orgullosa e incondicional que él brinda. Es su código, y si no puedes ajustarte a él, búscate otro hombre.

En la naturaleza de Aries no hay lugar para tretas sutiles. No es nada difícil reconocer cuando, para un hombre de este signo, una relación se ha terminado. La frialdad y el aburrimiento en su voz y en sus modales serán inconfundibles, y generalmente irán acompañados de una sincera declaración que exprese las cosas con cristalina claridad. Por otra parte, una fogosa explosión de cólera es menos grave, y significa que su disgusto no es más que un estado de animo pasajero y que el romance puede salvarse. Con los Aries, el hielo es más temible que el fuego.

A los hombres de Aries no les gustan los juegos. Aries enfoca las cosas de forma directa, tanto en el romance como en los negocios. Una vez que el amor ha sido reconocido, Aries no perderá un segundo, pero cuidado: deja que quien lo reconozca sea él. No le persigas, no le llames frecuentemente por teléfono, no le mires embelesada ni le declares tus sentimientos hasta estar del todo segura de que la pasión es recíproca. La manera más rápida de perderlo es tomar la iniciativa. En eso, como en todo, el líder tiene que ser él, y si no se lo permites, puede desinteresarse con una rapidez tal que te dejará tan atónita como aplastada.

Sin embargo, cuando ya estéis comprometidos en firme, no te muestres demasiado indiferente, porque buscará en otra parte quien le preste atención. Con un Aries, el amor es como caminar por la cuerda floja entre un cálido interés y un desapego distraído. Tendrás que ser prácticamente una artista del trapecio. No corras tras él, pero tampoco le huyas. Incluso después que seas suya, tienes que mantenerle en suspenso. Al mismo tiempo, Aries necesita la seguridad de que tu amor sigue presente. Aprende a vivir así... o aprende a vivir sin Aries.

En cuanto a lo positivo, aunque tu amante Aries insista en ser el primero en la relación, será también el primero en decir que lo lamenta cuando hayáis reñido, y el primero en estar a tu lado cuando le necesites. Cuando estés enferma o triste, no se separará de ti. Para complacerte gastará el dinero con buena disposición (si es un típico hijo de Marte). Te hará un cumplido por tu aspecto externo, apreciará tus capacidades y será un compañero mentalmente estimulante. Por más que pueda ser mandón y perder los estribos, rara vez dejará que el Sol se ponga sobre su ira, sin hacer las paces. Tú serás lo más importante de su vida, pero él espera que tú lo sepas, y espera recibir afecto y atención cuando está excitado por alguna idea nueva que se apoderó de su interés. Quiere ser él todo tu mundo, pero a diferencia de otros hombres, si tú eres su igual te dejará que compartas el suyo.

El varón Aries espera que la dama de sus sueños sea al mismo tiempo ultra femenina y desenvuelta. La quiere completamente independiente, pero dispuesta a marchar unos pasos detrás de él. Espera que le elogien y le demuestren devoción, pero sin entrar jamás en el papel de humilde esclava. Pero hay más. Aries es capaz de decir cosas amargamente crueles y sarcásticas cuando su yo está herido, cosas que él dice sin la menor intención, pero que a ti pueden destrozarte el corazón si no lo entiendes. Y después esperará que le perdones y que te olvides con la misma facilidad que él. Tendrán que gustarte todos sus amigos, aunque él se reserve el derecho de aburrirse con los tuyos.

Una vez que te hayas casado con él, Aries será el dueño de la casa o se ira de ella. No aguanta que le molesten en público ni en privado, y mucho menos por la forma en que gasta su dinero. Es posible que no sea capaz de equilibrar del todo el presupuesto, pero no intentes encargarte tú de ello, aunque toda la vida hayas sido un genio en matemáticas. Jamás quieras interferir en sus asuntos financieros. Es esencial que sea siempre él quien ajuste los cordones de la bolsa. Si es un Aries típico, será generoso con el dinero, y te dará todo lo que necesites.

Aunque pueda cambiar frecuentemente de trabajo hasta que llegue a ser su propio patrón, un Aries no te dejará morir de hambre. Encontrará manera de conseguir que el dinero siga llegando, por más que se vuelva a marchar con la misma rapidez. Será mejor que ahorres algunas monedas de las grandes en el cerdito de porcelana y le des la sorpresa cuando más la necesite, porque no es probable que él ahorre mucho (a no ser que tenga algún elemento positivo, como la Luna en Capricornio o en Cáncer, o un ascendente que le predisponga a hacer economías).

Con cada bebé que tengáis, él se conducirá como el delicado y orgulloso papá de tus sueños. Es posible que más adelante sea un poco mandón con los niños y trate de imponerles sus carreras. Será un padre tierno y divertido, pero es posible que haya que recordarle que los chicos necesitan de la independencia tanto como él. El de padre es un papel que a él le gusta. Las charlas sobre aves y abejas, el fútbol, salir a cenar con su mujer. Pero no le des la impresión de que alguno de los pequeños es más importante que él para ti, porque entonces la cosa dejará de gustarle.

Una vez casados, la mujer de Aries puede seguir adelante con su carrera. Lo más probable es que él no se ofenda, siempre y cuando su cónyuge no brille más que él. Es importante que recuerdes que le resulta más fácil perdonar las comidas congeladas que la falta de fe en sus ideas. Estimula su independencia, pero procura doblegar su carácter impulsivo. El conductor debe ser él, porque si no, la vida no vale la pena. Su gran entusiasmo puede morir si con una negativa, provocas un cortocircuito en su energía positiva. En el momento en que pierda su autoridad, en el trabajo o en casa, su estimulante optimismo se convertirá en sombrío descontento para acabar finalmente en un decidido desinterés. No está en su naturaleza someterse. Aries es hombre entre hombres, y su mujer jamás debe destruir su masculinidad, sin que ella pierda su individualidad tampoco. No intentes manejarlo, ni dejes que él te maneje. Un marido de signo Aries no aguantará que su mujer tenga todas las noches reuniones en el club, pero no tolerará tampoco una esposa que se pase todo el día en casa tejiendo manteles y cubrecamas. Se trata de alcanzar un término medio. Y si aciertas, piensa que algún día serás la única Julieta de pelo blanco en tu círculo, con un marido que seguirá poniéndose romántico cuando se hayan cumplido vuestras bodas de oro. Es todo un desafío, si eres romántica... y claro que lo eres, porque si no, para empezar, no te habrías metido con un Aries.

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