La Mujer Piscis



Incluso sin astrología se han difundido los rumores referentes a los encantos de la mujer Piscis. Claro que también tiene sus puntos negativos, pero a la primera mirada es el sueño de todos los varones desde la escuela primaria, con un sabio toque de conejita de Playboy para mejor condimento.

Más vale que admitamos que la mujer moderna y emancipada, con su imagen de hierro forjado, ha hecho subir más aún las acciones de las muchachas Piscis. Enturbiado el aire en la senda de los enamorados por toda esa libertad que predica la mística femenina, las recatadas, bonitas y desvalidas criaturas de Neptuno tienen que ahuyentar a los hombres a palos.

La mujer neptuniana, casada o soltera, rara vez trata de hacerle sombra al hombre que está a su lado. No tiene el más remoto deseo de dominarle de ninguna manera. Con alegría en el corazón, deja que él le aparte la silla, le ponga el abrigo, llame el taxi, le encienda el cigarrillo y le repita hasta cansarse lo encantadora que es. Lo único que quiere es que él la proteja y se ocupe de ella; se siente contenta y feliz de apoyarse en el ancho hombro viril y de decirle, mirándole con ojos maravillados, lo fuerte que es él y lo mucho que ella necesita de su protección en este mundo hiriente.

Sabrá escuchar con encanto el relato de los problemas masculinos y en momentos de crisis será lo que se llama una buena compañera. Una mujer de este signo piensa que su marido, amante, novio, padre, hermano (y en realidad, cualquier hombre) puede darle una paliza al mundo entero con una mano atada detrás de la espalda y, siendo los hombres como son, es muy poco lo que se necesita para convencerles a ellos de eso mismo. La muchacha Piscis es una serena y acogedora ola de tranquilidad para su orgulloso macho, lejos del ruido del tráfico. Tras una breve conversación con ella, un hombre se relaja instantáneamente. Ella no deja de aclarar que jamás le culparía por ningún problema que tuviera ni por accidentales errores. Esas cosas son siempre culpa de algún otro, no de su amado. Ella jamás le presionará para que se apresure; para ella, el ritmo que él lleva es perfecto.

Advertencia: después de casada, es posible que te dé algunos codazos. Para ser más exactos, que te dé un montón de codazos. En cierto modo, te lo mereces por haberte dejado cegar de esa manera por sus encantos. Habrá muchísimas veces en que se muestre incluso amargamente sarcástica, pero no hay mujer que no tenga sus defectos, y Piscis será amable con mucha más frecuencia que pendenciera. Para convertirse en una fierecilla, tiene que verse impulsada por la extrema crueldad o haraganería de su compañero.

Su deliciosa feminidad oculta todos los fallos secundarios, y la mayor parte de las veces la chica típica de Neptuno es dulce, soñadora y femenina. Como el Pez nada al mismo tiempo en ambas direcciones, ella se adapta con toda facilidad a situaciones conflictivas que destrozarían los nervios de otras mujeres. Claro que, de vez en cuando, en la superficie placida de su corriente pueden asomar como burbujas algunas palabras ásperas y un parloteo irritable.

En ocasiones, una de estas sensibles criaturas que haya sufrido de pequeña un tratamiento severo en exceso, puede, en su amargura, separar los dos peces simbólicos de su signo, y esto quizá resulte muy triste. Se convierte entonces en un Pez solitario y desdichado, que nada siempre furiosamente y que siempre que se hunde en el intento de escapar vuelve a encontrarse consigo misma... sin comprender jamás que lo que la envenena es volver hacia adentro, hacia sí misma, su inagotable reserva de amor y de simpatía. Las drogas, la bebida y las falsas ilusiones ocultan a sus ojos la verdad y le impiden ver las rocas que hay en el río y que pueden destruirla. Pero la mayoría de las muchachas neptunianas conservan ambos peces simbólicos firmemente unidos en una acción fluida, que se desliza suavemente primero hacia atrás y después un poco hacia delante, de manera que nunca estarás del todo seguro del punto exacto hacia el que ella se encamina.

De Piscis se dice que es un mar, profundo y misterioso, donde van a desembocar todos los ríos. Si conoces algunos de sus evasivos secretos, tendrás más oportunidades de pescarla. Ante todo, es sutil y a veces un poquito engañosa, cuando practica su arte de enredar hombres. Claro que quizá tú conozcas una señora neptuniana que luce un delantal a cuadros y una sonrisa tímida, y es la perfecta ama de casa y madre tierna. Estarás pensando que no es ni sutil ni engañosa. Te equivocas. Ante todo, para enredar a los hombres usa las cintas del delantal.

Es imprecisa y soñadora. No entiende nada de economía política, pero prepara comidas de siete platos, paga el alquiler a tiempo y, para las fiestas y los cumpleaños, hace unos regalos increíbles, todo con ingresos mensuales no muy mayores. Se ha ganado el amor y el afecto de sus nueras, de un grupo de amigos, del portero, del dueño del bar de la esquina, del frutero, de media docena de gatos, del carnicero, y del propietario de la casa. Son mujeres sin corazón, estas Piscis. Sutiles y engañosas. (Pero no intentes decirles eso a sus vecinos.)

Las muchacha Piscis puede pasar por muchos estados de ánimo. Es tremendamente sentimental, y si sus sentimientos están heridos, llorará a torrentes. Te mirará con tal aire de reproche que te sentirás como si acabaras de disparar sobre un conejito. A veces, las mujeres Piscis piensan que están totalmente desprovistas para las difíciles batallas que impone la supervivencia; entonces se deprimen. Hay que decirle entonces que todos los que alguna vez han tenido la suerte de conocerla la admiran por su profunda sabiduría y su comprensión sin límites.

La lección más difícil que tiene que aprender la mujer Piscis es la superación de su timidez y de sus dudas. Si su miedo es muy profundo, se cerrará ante todo el mundo, y después se preguntará por que está sola. Muchas veces tiene miedo de imponerse, de exigir demasiado, de sacar ventaja, cuando esas cosas no se le pasan por la cabeza a nadie más que a ella. Alguna que otra vez, la mujer Piscis disimulará su timidez y vulnerabilidad con agudezas, un barniz de complejidad mundana y una personalidad independiente, pero todo eso no es más que una capa protectora que le sirve para ocultar su incertidumbre a los ojos indiscretos de gentes torpes que, si ella no se protegiera, herirían su sensible corazón.

Pese a su independencia hábilmente urdida, espera a que sea el hombre que está con ella quien llame el taxi. Hay algunas cosas que las muchachas de Piscis no hacen y una de ellas es no actuar como una dama en publico. Piscis engaña a muchos hombres que podrían hacerla desdecirse de su frecuente afirmación de que no necesita marido, que no haría más que complicarle la vida. Imagínate, una declaración semejante en labios de una mujer que necesita pertenecer a alguien más de lo que necesita dormir, comer o respirar.

La mujer Piscis dará todo su corazón a sus hijos, salvo esa gran porción que reserva para ti. Los amará a todos, pero tendrá cierta preferencia por los más feos, más débiles, más pequeños o enfermizos. Las mujeres regidas por Neptuno son las que pueden demostrar mayor capacidad para entender la timidez de los niños y los sufrimientos del crecimiento de las torpes chiquillas adolescentes. Una madre Piscis Sacrificará cualquier cosa para que sus hijos tengan todo lo que ella no pudo disfrutar de niña. Es posible que sea demasiado tolerante con ellos; se le hace difícil imponer disciplina, y hay que hacerle comprender que la falta de firmeza puede ser tan negativa como el desapego y el descuido. Si peca por exceso de blandura, explícaselo con bondad, que Piscis lo entenderá sin amargura y empezará a usar alguna vez la zapatilla. Pero son muchas las mujeres de Neptuno que consiguen hallar un justo medio entre el rigor y la bondad, y sus vástagos dan testimonio de ello.

Algunas mujeres Piscis, aunque no todas, son a veces un poquitín derrochonas. Así y todo, sabrá arreglárselas cuando la necesidad la obligue a limitaciones. No pases por alto su cumpleaños o vuestro aniversario de bodas, porque ella no los olvidará.


Piscis escucha al océano, porque el océano le dice cosas. En medio de la ciudad, sigue oyendo como las ondas de Neptuno susurran a su corazón más cosas, tal vez, de las que ella quisiera saber. No importa que Piscis obedezca a la llamada de Neptuno como monja o como cantante en un club nocturno; siempre es una mujer. De pies a cabeza. Cien por cien.

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